Silvia Altamira se definiría como una mujer segura de sí misma, atractiva y brillante. Para su jefe, en cambio, poco menos y la engendró el demonio: contestona, arrogante y encima se atreve a calentarle la sangre en pleno horario laboral.
Bosco Valdés se tiene por un hombre íntegro y un jefe dedicado, pero para su nueva becaria es un cerdo explotador con un severo problema de fondo de armario. Está claro que, si acepta trabajar para él, no es porque le haga ilusión sentirse atraída por un hombre con el que se lleva a muerte.
La salvación de la empresa dependerá de que consigan ponerse de acuerdo, para lo que hará falta un milagro, un arma de fuego o, quizá, solamente una noche.
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Recuerden también que la respuesta estará sujeta, probablemente, a una semana de demora.
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