Shay Gable odiaba hasta mis entrañas, y yo las de ella.
Nos desviábamos para evitarnos todo el tiempo. Cuando ella venía en mi dirección, yo iba en la otra. Cuando se cruzaban nuestras miradas, ella se daba la vuelta y se alejaba.
Todo eso cambió el día en que me propusieron un reto. Todo comenzó como una estúpida apuesta: hacer que Shay se enamore de mí antes que yo de ella.
Esa era una apuesta fácil de ganar. Yo no amaba, a duras penas me gustaba alguien.
Lentamente el juego empezó a cambiar. Shay me hizo ver cosas que no sabía que quería.
Amor. Felicidad. Ella.
Cuanto más nos acercábamos, más retaba ella mi oscuridad y las partes que yo ocultaba.
El dolor. El sufrimiento. La verdad.
El juego entre nosotros se volvió muy real, nuestros sentimientos se mezclaron y el riesgo de lastimarnos creció.
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