“Cuando la gente ve fantasmas, siempre se ve primero a sí
misma”, afirma Stephen King, y pocas reflexiones servirían mejor que ésta como
moraleja de sus historias: el mundo de la fantasía está poblado por las sombras
de la conciencia.
Los relatos de Pesadillas y alucinaciones son otros tantos
retazos de esas sombras, las que enturbian los límites entre el sueño y la
vigilia, la realidad y el horror que subyace en lo real: desde la historia de
una venganza tan terrible como merecida, hasta el pueblo habitado por los
fantasmas de los rockeros muertos, pasando por vampiros con fuerte instinto
paternal, niños demoníacos o un insólito doctor Watson que descubre un caso
antes que Sherlock Holmes.
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