Su cara lo hace distinto y él solo quiere ser uno más.
Camina siempre mirando al suelo, la cabeza gacha y el flequillo tratando en
vano de esconder su rostro, pero, aun así, es objeto de miradas furtivas,
susurros ahogados y codazos de asombro. August sale poco, su vida transcurre
entre las acogedoras paredes de su casa, entre la compañía de su familia, su
perra Daisy y las increíbles historias de La guerra de las Galaxias.
Este año todo va a cambiar, porque este año va a ir, por
primera vez, a la escuela. Allí aprenderá la lección más importante de su vida,
la que no se enseña en las aulas ni en los libros de texto: crecer en la
adversidad, aceptarse tal y como es, sonreír a los días grises y saber que, al
final, siempre encontrará una mano amiga.
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